martes, 6 de octubre de 2015

Para el corazón valiente,







A veces sin que lo sepas (tal vez si lo sabes y sólo finges lo contrario) te leo y te siento entre mis brazos. ¿Recuerdas cuánto te quería? ¿Recuerdas mis ojos puestos en ti sin importar que el paisaje fuera hermoso?
Yo recuerdo las terminales, los boletos de autobús, el café y la comida. Recuerdo tu corazón entre mis manos y tus labios en mi frente. Recuerdo la primera vez que te vi, el olor de tu piel, tus palabras que eran medicina.
Los sueños que se cumplieron, el amor que no quisiste y la ausencia que me dejo muy separada de ti, hasta el otro extremo, hasta la otra orilla. Ojalá no bajes nunca los brazos, ojalá no dejes de seguir luchando, recuerda mi amor que nadie va a recoger los pedazos porque tú no eres pedacitos, eres todo, eres completo, eres el universo, recuérdalo siempre aunque yo no este ahí para repetírtelo a diario.
Te conozco más de lo que imaginas y te amaré más allá de lo que puedas pensar, eres único y tienes el corazón más maravilloso que pude conocer. No te des por vencido tan pronto, el vació de tu pecho se va a llenar y te acordaras de mi, es por eso que no me quedo, miro tu partida desde abajo del tren y no dentro.
Hay viajes que se deben realizar a solas para poder encontrar lo que se anda buscando y no es falta de amor y no es falta de valentía, es respeto y agradecimiento, corazón. Ahora me despido de ti, te dejo todos los poemas que te hice, me despido y te quiero, mis ojos estarán siempre para leerte y mi alma para acariciarte de lejos.
Hasta pronto.”
— Para el corazón valiente, Mercedes Reyes Arteaga


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